La retrocausalidad se refiere a cualquiera de los fenómenos
o procesos hipotéticos capaces de invertir la causalidad, permitiendo que un
efecto preceda a su causa —imaginemos que la huella precede a la pisada, el eco
a la voz, la detonación al disparo, etc.—. Conocida en inglés como retro-causation o backward causation, es fundamentalmente un experimento mental,
dentro de la filosofía de la ciencia, basado en elementos de la ciencia física,
que se orienta a las siguientes cuestiones: ¿Puede lo que ocurre en el futuro
afectar al presente?, y ¿puede el presente afectar al pasado? Las
consideraciones filosóficas acerca de la flecha del tiempo y del viaje en el tiempo a menudo se enfrentan a problemas relacionados con la retrocausalidad.
Aunque algunas teorías se han propuesto como formas de retrocausalidad, no
existen observaciones científicas probadas al respecto.
En filosofía
Los esfuerzos filosóficos para entender la causalidad se
remontan a la Antigüedad, hasta la figura de Aristóteles y sus disquisiciones
acerca del primer motor o motor inmóvil, pero la idea de que la flecha del
tiempo puede ser invertida es mucho más reciente.
En realidad, la retrocausalidad ha sido siempre considerada
una contradicción en sí misma, dado que, como ya indicara el filósofo del siglo
XVIII David Hume, al examinar dos sucesos relacionados, la causa, simplemente,
por definición, es el suceso que precede al efecto (el interruptor activa la
luz, y no a la inversa). Es más, la capacidad de influir en el pasado sugiere
que los sucesos pudieran ser negados por sus propios efectos, originando una
paradoja física, la más conocida de las cuales es la paradoja del abuelo (si
yo viajo al pasado y mato a mi abuelo antes de que éste conozca a mi abuela,
cómo es que estoy yo aquí para viajar al pasado y hacerlo).
En los años 50, el filósofo Michael Dummett se manifestó en
contra de tales trabas, afirmando que no existe objeción filosófica alguna a
que los efectos precedan a las causas. Este argumento fue refutado por su
colega Anthony Flew y, más tarde, por Max Black, quien criticó lo fácil que era
hacer tales afirmaciones, ya que el observador siempre podrá intervenir en los
efectos que elija. Un argumento posterior, relacionado con el libre albedrío,
lo hallamos en la llamada paradoja de Newcomb.
Ciertos filósofos esencialistas han propuesto otras teorías,
como la que contempla la existencia de "fuerzas causales genuinas en la
Naturaleza".
Posteriores investigaciones filosóficas sobre este asunto
han incorporado aspectos de la física moderna, incluyendo la partícula
hipotética denominada taquión (una partícula que presuntamente viaja más rápido
que la luz, por lo que es capaz de alcanzar el pasado), así como ciertos
aspectos de la simetría del tiempo dentro de la mecánica cuántica. Jan Faye, de
la Universidad de Copenhague, ha argüido que las objeciones lógicas a un viaje
en el tiempo en el plano macroscópico no tienen por qué impedir la
retrocausalidad en otros niveles (p. ej., microscópicos). Incluso si tales
efectos fueran posibles no serían capaces de producir diferentes efectos que
los que resultarían de relaciones causales normales.
La filósofa holandesa Jeanne Peijnenburg, de la Universidad
de Groningen, apela a la retrocausalidad para describir cómo una imaginación
expandida puede ser capaz de redefinir o incluso alterar sucesos pasados,
resultando en cambios en la personalidad y en la percepción presentes. De
acuerdo con su colega holandés Cornelis van Putten, sin embargo, no hay
necesidad de modificar el pasado para lograr los resultados que Peijnenburg
propone.
En física
La física actual generalmente no contempla la
retrocausalidad. No obstante, unas pocas teorías que permiten que determinadas
partículas o flujos de información viajen atrás en el tiempo han sido
propuestas por reputados científicos, habiendo recibido el visto bueno de la
comunidad científica internacional. Pero, en general, los modelos que parecen
permitir la retrocausalidad o el viaje en el tiempo se consideran artefactos
matemáticos conceptualmente defectuosos.
La retrocausalidad parece inevitable en modelos de universo
que admiten curvas temporales cerradas. Este tipo de anomalías aparecen
frecuentemente en universos llenos de materia exótica, aunque también se han
encontrado modelos con materia ordinaria, como el universo de Gödel, que
presentan esta característica. Otro tipo de retrocausalidad es el que aparece
en ecuaciones como la fuerza de Abraham-Lorentz que supuso un desafío teórico
importante que lastró la electrodinámica clásica. Igualmente la teoría del absorbedor de Wheeler-Feynman relacionada con el caso anterior parece difícil
de conjugar con la causalidad física.
Modelos históricos
A medida que crecía la moderna comprensión de la física de
partículas, la retrocausalidad iba siendo empleada como herramienta para
explicar inusuales o poco conocidos fenómenos en su momento, incluyendo el
electromagnetismo y la antimateria.
En este diagrama de Feynman, que representa una
neutralización electrón-positrón, el tiempo discurre de izquierda a derecha. Si
interpretamos que representa un fenómeno retrocausal, el electrón no se
destruye, sino que se transforma en positrón, moviéndose hacia atrás en el
tiempo.
Los físicos John Wheeler y Richard Feynman propusieron hace
tiempo una teoría usando la retrocausalidad y una forma temporal de
interferencia destructiva para explicar la ausencia de un tipo de onda
convergente concéntrica sugerida por ciertas soluciones de las ecuaciones de Maxwell. Se trataría de las llamadas “ondas avanzadas”, que volverían atrás en
el tiempo; éstas, sin embargo, no han sido observadas experimentalmente hasta
el presente, y se ha inferido que puede tratarse simplemente de una
interpretación matemática para describir ondas normales.
Feynman empleó asimismo la retrocausalidad para probar un
modelo teórico del positrón, reinterpretando las soluciones de energía
negativa presentes en la ecuación de Dirac. En este modelo, los electrones se
mueven atrás en el tiempo, poseyendo carga eléctrica positiva. Wheeler postuló
este concepto para explicar las propiedades compartidas por todos los
electrones, afirmando enigmáticamente que “todos los electrones son el mismo
electrón” con una compleja y autointersecante línea de universo.
Yoichiro Nambu aplicó esta teoría a la producción y
aniquilación mutua de pares de partículas-antipartículas, afirmando:
La eventual
creación y aniquilación de pares puede ocurrir en este momento y no debe ser
interpretada como tal creación-aniquilación, sino sólo como un cambio de
dirección en el movimiento de las partículas, del pasado al futuro o del futuro
al pasado.
Aunque los más recientes descubrimientos sobre la
antimateria han dejado obsoleta esta interpretación, se emplea todavía con
propósitos conceptuales, como en los diagramas de Feynman.
Cuestiones actuales
Temas candentes en física, sobre todo relacionados con la
síntesis de la gravedad einsteiniana con la mecánica cuántica, sugieren que la
retrocausalidad puede ser posible en circunstancias determinadas.
Como se ha visto, la retrocausalidad, al invertir la
causalidad, puede sugerir una vuelta en el tiempo. Así, la curva cerrada de tipo tiempo (aquella que permite el acceso al pasado) proviene de soluciones
exactas a la ecuación de campo de Einstein. Aunque estas curvas no parecen
existir en condiciones normales, circunstancias extraordinarias del espacio-tiempo,
como los agujeros de gusano o las regiones próximas a las cuerdas cósmicas,
podrían facilitar su formación. La materia extraña o los defectos topológicos
cósmicos que se requieren para la creación de estas condiciones, aún no han
sido observados.
En este sentido, el físico Stephen Hawking sugirió un
mecanismo, que él denominó conjetura de protección de la cronología, que
destruiría toda curva cerrada de tipo tiempo antes de poder ser utilizada. Sin
embargo, estas objeciones a la existencia de curvas de tipo tiempo no son
universalmente aceptadas.
La retrocausalidad ha sido también propuesta como mecanismo
explicativo de lo que Albert Einstein llamó "acción fantasmagórica a distancia" (del inglés, spooky
action at a distance), que ocurriría como resultado del entrelazamiento cuántico. Aunque el punto de vista dominante es que los efectos de dicho
entrelazamiento no requieren una comunicación directa entre las partículas
involucradas, Costa de Beauregard propuso una teoría alternativa. El físico
John Cramer, de la Universidad de Washington, presentó el diseño de un
experimento para probar esta teoría en la 'Asociación americana para el avance de la ciencia', recibiendo cierta atención por parte de los medios de
comunicación, si bien el experimento no ha sido llevado a cabo desde su
formulación en 2006. Ello no obstante, la retrocausalidad ha sido propuesta
como una explicación para el dispositivo llamado borrador cuántico de
elección retardada (traduzco del inglés, delayed
choice quantum eraser), un experimento de la mecánica cuántica que
encuentra complementariedad en el comportamiento de onda y de partícula de
agentes cuánticos, cuando normalmente, según las leyes de Bohr, éstas no pueden
registrarse al mismo tiempo.
La partícula superlumínica hipotética denominada taquión
—propuesta en el contexto de la teoría de cuerdas bosónica y de otros campos de
la física de alta energía—, al superar la velocidad de la luz, se movería hacia
atrás en el tiempo. Pese a su frecuente descripción en las novelas de
ciencia-ficción (señaladamente la de ciencia-ficción dura Cronopaisaje, de Gregory Benford) como método para enviar mensajes
al pasado, las teorías que predicen los taquiones no permiten que interactúen
con la materia normal de “tipo tiempo” de forma que puedan violar la causalidad
entendida tradicionalmente. De modo específico, el principio de
reinterpretación de Feinberg juzga imposible la construcción de un detector de
taquiones capaz de recibir información de ese tipo.
Como pseudociencia
Fuera de las corrientes de la ciencia ortodoxa, la
retrocausalidad ha sido también esgrimida como mecanismo de explicación de
efectos no científicos. El parapsicólogo Helmut Schmidt presentó un mecanismo
cuántico que justificaba la retrocausalidad, pretendiendo que los experimentos
habían demostrado la posibilidad de manipular la radiactividad a través de
psicoquinesis retrocausal. Estas afirmaciones han sido refutadas abiertamente
por la comunidad científica internacional, aunque siguen siendo apoyadas por
fuentes marginales. Del mismo modo ha sido refutada su relación con la curación
de enfermedades a través de la oración.
En la cultura popular
- La novela Thrice Upon a Time (traducible por Érase tres veces, en referencia a la conocida fórmula “Érase una vez” (1980), de James P. Hogan, trata de la retrocausalidad, relacionándola con la ficticia “radiación Tau”.
- En la citada novela de ciencia ficción dura Cronopaisaje (1980), de Gregory Benford, se utilizan los antes mencionados taquiones para enviar mensajes al pasado que tendrán la virtud de modificar, retrocausalmente, el curso de la historia.
- La película estadounidense Retroactive (1997), dirigida por Louis Morneau, trata del mismo fenómeno, relacionándolo con bucles temporales que se repiten sin fin.
- La película de la misma nacionalidad Déjà vu (2006), de Tony Scott, juega con la posibilidad de evitar un grave atentado, ya perpetrado en Nueva Orleáns, haciendo que el héroe de la historia regrese a un momento anterior al mismo.
Artículo "Retrocausalidad" de la Wikipedia en español.
Artículo "Retrocausality" de la Wikipedia en inglés.
Traducción de José L. Fernández Arellano -Sürrell-, abril de 2007.